Cuando era niña descubrí en la televisión que había
canales donde la gente hablaba en un idioma que no entendía, aun así me pasaba
horas viendo las imágenes y tratando de entender las conversaciones.
En la secundaria me dieron clases de inglés en las
cuales aprendí algunas cosas, en la prepa no recuerdo haber aprendido gran cosa
y en la carrera menos. Fue hasta que empecé a trabajar que las cosas se
complicaron.
En 1996 viajé por primera vez al extranjero, con 700
dólares en mi bolsa y sin posibilidad de siquiera pedir que comer me lancé a la
aventura. Tuve chofer y traductor, fue tanta mi desesperación que en cuanto
regresé me inscribí a un curso de inglés. Año y medio después me graduaba con
un reluciente título de técnico en inglés.
Y el mundo estuvo a mis pies. Podía leer y escribir,
podía transmitir mis ideas, resolver problemas, sostener conversaciones y hasta
negociar casos difíciles. Hice muy buenos amigos y me conseguí mejores empleos. Hice presentaciones de negocios a un VP y a un CEO de una empresa tecnológica escribí cartas de renuncia y levanté
múltiples listas de comida mexicana para mis visitantes extranjeros.
La Deustche Welle ofrece cursos de alemán gratuitos.
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